viernes, 22 de agosto de 2008

El amor y sus accidentes

Queridos Amigos:

Prometí hablarles del amor, y cuánto me he extendido en poder llegar a proponerles el tema en estos nuestros Tiempos Victorianos. En fin, mis disculpas a todos. Me hallo en medio de un momento algo perturbador en mi vida, algunos caminos que se abren... y otros que definitivamente se cerrarán: la vida.

Pero bien: he aquí lo importante, que es la manera en que nos comunicamos y lo que de allí resulta. Hoy en día el amor no es más que un accidente extraño y en el mejor de los casos bienintencionado.

Por un lado, nuestra sociedad de consumo nos lo presenta bajo su lógica particular. Es decir, el usar y tirar. Por otro lado, nosotros las personas seguimos buscando el amor por todas partes. El amor, ¿pero qué amor? ¿La compañía? ¿El amor de las películas? Ay, si, queridos lectores, y he aquí que hemos formado nuestro criterio en el del amor romántico, proveniente en gran parte de las películas de Hollywood. Y entonces, ¿cómo no hemos de fracasar? Y sumémosle a eso la irritante necesidad de la seducción. No podemos acercarnos a nadie sin intentar seducirlo, lógica e inevitable también transposición del consumo (¿o no es esto cierto, queridas damas y queridos caballeros?), lo cual nos lleva indefectiblemente a mostrarnos como no somos, adornados por quién sabe qué cualidades absolutamente ajenas, oh desilusión, con resultados nefastos a posteriori (cuando se nos caen las máscaras).

Notarán mi desazón, queridos amigos, casi tanto que estoy a punto de apoyar la victoriana costumbre del matrimonio por conveniencia y obligación. Incluso podría decirle al caballero que me tocara en suerte: "Querido Señor, casémonos y ya tendremos el tiempo de conocernos. Intente usted amarme tal cual soy, sin el aditamento del romance, y luego ya veremos". Siempre es posible entregarse a otros amantes en el futuro, ¿o desde cuándo hemos defendido los victorianos la fidelidad a ultranza?

El amor, queridos, es hoy algo tan difícil, tan extremadamente raro y carente de libertad, que simplemente no me atrevo a seguir hablando.

9 comentarios:

Becky dijo...

Me preocupa su desencanto, porque creía que el amor en los tiempos victorianos era más apasionado que en estos tiempos que corren. ¡Mire cuántos poetas han hablado de él! ¡Cuántas novelas y obras de arte se han inspirado en el amor victoriano! No se desencante, mademoiselle m. que ya llegará su Dante Gabriel Rossetti y usted como Lizzie Siddal dará la vida por amarlo. Se lo prometo.
Cariños,
Becky

Mademoiselle M. dijo...

Querida Becky:

Cuánto le agradezco su encantador comentario. Me gustaría mucho conocer su versión del amor victoriano... apasionamientos, sí, a la manera de Carrington y Lyton.

El más afectuoso abrazo.

Lulamae dijo...

Querida M.,

Cuánto mejor no es el amor de Carrington y Lyton. Durante años he vivido uno similar que me ha proporcionado grandes momentos de dicha y un gran consuelo en los momentos difíciles. El apartado físico se encuentra en cualquier esquina.
Ahora me hallo en el trance de un nuevo episodio sentimental que parece ir viento en popa, precisamente porque siento que he dejado atrás esos amores locos, irracionales, que nos han vendido como amores verdaderos. Quizá hasta lo consiga esta vez. Pero para nada me parece descabellada su idea del retornar al matrimonio de conveniencia,ni tampoco pienso que lo suyo sea desencanto. Confío en que su inteligencia le permitirá dejar que sus bragas toquen el suelo ante un buen romance furtivo (y espero que no me censure el comment por esta frase).
Suya, en la distancia y en el recuerdo (siempre pienso en usted aunque tardemos en comunicarnos),

Lulamae de Las Ramblas

Mademoiselle M. dijo...

Querida Lulamae:

Qué gran placer leerla. Gracias por su comentario que por supuesto no pienso censurar. Bien sabemos que nuestras bragas, como usted dice, "han tocado el suelo" en los últimos tiempos en unas cuantas ocasiones (Dios sea loado). Qué alegría saber que ha, como se dice, "sentado un poco la cabeza", y ojalá yo pueda hacer lo mismo. El amor, esa construcción basada en las películas... ¿Será por eso que nos decepciona?

En todo caso, qué bueno enfrentarme a esta diversidad de opiniones.

Suya siempre, y extrañándola siempre.

M.

Becky dijo...

Mademoiselle M.: No busque convertirse en el gran amor de un hombre, conviértase en su musa. Le dejé una dedicatoria en La Feria. Saludos,
B.

Anónimo dijo...

Hay seres que no pueden experimentar ese sentimiento, es una carencia genética, lo confunden con la felicidad genital. Que le vamos a hacer, que aprovechen la racha de vivir a calzón quitado.

Mademoiselle M. dijo...

Estimado Anónimo:

Estoy de acuerdo con Ud. En todo caso, cuando la felicidad genital se puede reunir con eso que llamamos amor, hablamos tal vez de ese sentimiento en mayúsculas.

Un saludo,

M.

Anónimo dijo...

Estimada Madmoiselle, debo confesarle que estoy de acuerdo con Mmme Becky y creo que su visión del amor es un tanto Newyorquina y para nada acorde a los tiempos victorianos que corren y nos corren. En fin, podremos juntarnos a tomar el té en mi casa si quiere discutirlo, con cucumber sandwiches, of course. Hay un amable caballero que seguramente cambiará su visión del amor con sus adorables y complejos comentarios. Su nombre es Charles, alto, buen mozo y de unas ideas sublimes y complejas para nuestra mente femenina tan colmada por las reuniones sociales a las que estamos acostumbradas. En fin, que usted no lo creerá, pero este Charles ha dado casi la vuelta la mundo en compañía de otros caballeros, detuviéndose también en unas extrañas islas llamadas Galápagos. Nada más y nada menos que a observar pinzones! Sus ideas al respecto por supuesto que no las comprendo ni me interesaría comprenderlas, pero lo interesante del asunto es que Charles cree que el amor, tal como usted lo plantea, no existe, aunque no se que es lo que usted ha querido decir con la palabra Hollywood, by the way. Charles cree que todo es producto, no de nuestros humores, como lo dijera Hipócrates, sino de lo que el ha dado en llamar adpatación y supervivencia del más apto. "Sólo importa la perduración de la especie", exclamó él con un brillo de modernidad en sus ojos! Y había que verlo, Madmoiselle, a ese señor tan vigoroso pronunciar tales palabras, le juro a usted que su visión del amor cambiará rotundamente. La espero mañana a las five o´clock! Cordialmente
Emma

Mademoiselle M. dijo...

Querida Emma:

Ardo en deseos de conocer a Mr. Charles, aunque dudo que sus comentarios antropológicos logren seducirme.

Hasta mañana, en ese fantástico five o´clock tea.

Suya,

M.