Me cansé de la crítica a nuestros tiempos. Basta. Ya dije todo lo que tenía que decir. Así que quiero volver a hablar de arte. Tengo pendiente un capítulo sobre los quioscos musicales, y otro sobre los niños, pero hoy quisiera contarles sobre uno de mis escritores favoritos. Se trata de Sir Henry James. Leí el "Retrato de una Dama" por primera vez cuando tenía 16 años, y años después tuve la ocasión de leer algunas de sus novelas más brillantes en su idioma original.
Norteamericano de nacimiento, pero naturalizado inglés, Sir Henry heredó una gran fortuna que lo mantuvo viajando por Europa durante largos períodos, y escribiendo algunas de las novelas decimonónicas más famosas de la historia de la literatura.
Hay algo especialmente fascinante en este escritor: es de los pocos que cree sin vacilación en la maldad humana. La maldad, no como producto de las circunstancias sociales o de una infancia desdichada. La maldad porque sí, explícita, retorcida. La crueldad, presente sin apenas matices en sus personajes, persigue únicamente el propósito del enriquecimiento. "A lo único que aspiro es a una vida tranquila", dice el marido de la dama del "Retrato". El resto es pura ostentación de poder. Sus personajes, siempre perversamente inteligentes, se regodean en someter a sus semejantes, empleando para ello los medios más sutiles. Pero que no se engañe el lector: los sometidos están del otro lado, son igualmente inteligentes aunque a veces mucho más cándidos (léase norteamericanos), y eligen esa condición. Algunos, como la protagonista del "Retrato", sufren las consecuencias de una mala elección. "Tenías la posibilidad de hacer todo lo que quisieras", le dice en algún momento su primo Ralph (cito de memoria). ¿Y cree Henry James en el amor? Sí, aunque es un amor atravesado por las convenciones sociales. Nunca puede saberse realmente si lo que experimentan esos hombres y mujeres tan formales es amor o capricho. En todo caso, está claro que el amor no es un mecanismo de salvación ni de consuelo, ni individual ni social. Aunque siempre queda en el aire la pregunta: ¿qué hubiera pasado si...?
¿Y qué decir de la impecable prosa? ¿De la tensión del relato? Henry James escribe como si tuviera todo el tiempo en la mano una pluma y un cuchillo afilado. Alguien, no recuerdo quién, dijo de él que sus personajes estaban tallados con cincel. No puede haber metáfora más exacta.
martes, 10 de junio de 2008
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5 comentarios:
Últimamente me sucede algo...terrible y es que a veces, sólo a veces, mas de las que quesera, me resulta muy interesante leer los análisis de obras de ciertos comentaristas buenos como Mademoiselle M que los textos originales. ¿Será producto de estos tiempos posmodernos victorianos?, en fin que se le va a hacer.
Por ahora sólo, gracias Mademoiselle M, ya que como siempre sus comentarios no sólo son interesantes sino que me divierten muchísimo.
KA
Mi Queridísima Katalina:
Qué enorme placer recibir su visita. De verdad me honra. Debería ingresar Ud. a nuestros tiempos victorianos, que no posmodernos.
Qué ocurre con los textos originales. Ah, la inmediatez nos arrastra. Es eso. Internet y sus atajos atentan contra nuestra capacidad de reflexión. Sin embargo hay otra cosa, querida amiga, y es la pobreza intelectual que nos acorrala. ¿Ha oído hablar de Murakami? He abandonado con indignación un libro de ese buen hombre hace apenas dos días. Muy pocos nos devuelven la mirada en el espejo.
En fin, mi modesta opinión.
Un abrazo grande y afectuosísimo.
M.
Queridisima Mademoiselle M
¿Será que gracias a nuestros tiempos posmodernos podemos entablar conversaciones con victorianos como vosotros?
¡Vaya!, que cosas absurdas nos hace hacer esta posmodernidad, quien lo iba a creer.
Algún lado positivo tenían que tener estos tiempos posmodernos. Estoy leyendo un libro. Se llama "La intimidad como espectáculo". Ojalá pueda comentarlo con Ud. un día. Esto, y otras cosas que recientemente he descubierto. ¿Que me dice del teatro victoriano? ¿Algo que recomendar?
Siempre suya.
Recomendado "Salome" de Oscar Wilde y las novelas de éste victoriano rebelde
Alguna cosilla de Strindberg no estaria mal, siempre es bueno leer a un misógino de vez en cuando la "Sta Julia" esta muy bien.
Ahora estoy con dos libros en mi maleta "Pervertimiento y otros gestos para nada" de José Sanchís Sinisterra y "A puerta cerrada" de nuestro amigo Sartre. Espero poder comentar pronto algo con mademoiselle. Ya nos encotraremos por ahí por los caminos posmodernos de ciberespacio
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