domingo, 8 de junio de 2008

La pasión según M.

Queridos lectores:

Me encuentro hoy algo cansada, de manera que deseo ser breve en esta pequeña reflexión que de todas maneras me gustaría compartir con todos ustedes, y que está asociada a aquello de lo que hablábamos de la superficialidad y de la falta de sentido crítico de nuestros tiempos. Es casi una perogrullada, y se desprende de lo otro de una manera natural: se trata de la falta de pasión. El argumento es claro y bien visible: si sólo podemos exhibir al mundo nuestra felicidad, y ello sólo provoca amplias sonrisas en el resto de la humanidad, ¿cómo podremos entonces ser apasionados?
No hay muchos hoy en día que defiendan sus ideas con apasionamiento. Si esto ocurre, en seguida los presentes en la conversación mirarán con una leve sonrisa dibujada en los labios, y alguno de ellos instará cordialmente a bajar el tono de voz, o bien se hará un silencio que llevará con suavidad al cambio de tema.
Si hay horror o dolor en lo que se pinta, escribe o fotografía, siempre será un dolor o un horror estilizado, irónico o referido a alguno de los aspectos de la cultura popular. Siempre, en todo caso, referido a. ¿Pero y la introspección? Ya hemos hecho todas las bromas y todas las citas que se podían hacer.
El compromiso escandaliza en estos tiempos, y por ende el apasionamiento se hace ausente de nuestras vidas. Recuperarlo, queridos míos, es uno de nuestros deberes en estos Tiempos Victorianos.

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