Mi querido amigo M. L. lo dice mejor que nadie. (En http://www.leache.blogspot.com/)
Si te preguntan dirás que tú no; que tú fotografías otras cosas, que no andas por ahí como el resto de los mortales apretando con el índice derecho(1), mientras miras por el visor las banalidades a las que se refiere la lista de Flickr. Esta lista en la que –si no me equivoco- el tamaño de cada palabra indica el número de instantáneas archivadas con el nombre de cada etiqueta, resulta más reveladora que un estudio demoscópico al uso. Obsérvese el tamaño de la palabra “boda”. ¿Cuándo habrá en estos archivos virtuales un apartado para “divorcio”? No hay una sola referencia a un asunto problemático por leve que éste sea. Es cierto que aparece “China”, pero, aunque no he hecho una búsqueda exhaustiva, me temo que no habrá grandes reportajes relativos a los derechos humanos o a la falta de los mismos.
Pueden también extraerse consecuencias de otro tipo: resulta curioso que aparezcan los colores primarios o que esté Barcelona y no Madrid. El fotógrafo-medio-colgador-de-imágenes interpone éstas entre la realidad y su vida diaria. Fotografía aquello que resulta excepcional y a lo que atribuirá en el futuro el adjetivo de “feliz”. Y así se va blindando contra sí mismo. Mucho más si tiene la oportunidad de mostrarse al mundo entero en el instante mismo en el que sonríe en una fiesta, entra en Eurodisney, visita Irlanda o hace esquí acuático. Los álbumes de hojas autoadhesivas con celofán protector en el que nunca cabía un número adecuado de fotografías, aquellos álbumes de polipiel en cuyo lomo podía leerse un tautológico “fotografías” y que ya no podíamos enseñar a las visitas, se vengan ahora de nuestros parientes y se muestran en todo su esplendor al mundo entero y mientras tú te divorcias, en el mejor de los casos, o atizas a tu esposa o ya no te hablas con el amigo ése de la derecha con el que te fotografiaste completamente ebrio, alguien al otro lado del mundo sin nada mejor que hacer, te mira en tu impudicia y piensa todo esto.
Pueden también extraerse consecuencias de otro tipo: resulta curioso que aparezcan los colores primarios o que esté Barcelona y no Madrid. El fotógrafo-medio-colgador-de-imágenes interpone éstas entre la realidad y su vida diaria. Fotografía aquello que resulta excepcional y a lo que atribuirá en el futuro el adjetivo de “feliz”. Y así se va blindando contra sí mismo. Mucho más si tiene la oportunidad de mostrarse al mundo entero en el instante mismo en el que sonríe en una fiesta, entra en Eurodisney, visita Irlanda o hace esquí acuático. Los álbumes de hojas autoadhesivas con celofán protector en el que nunca cabía un número adecuado de fotografías, aquellos álbumes de polipiel en cuyo lomo podía leerse un tautológico “fotografías” y que ya no podíamos enseñar a las visitas, se vengan ahora de nuestros parientes y se muestran en todo su esplendor al mundo entero y mientras tú te divorcias, en el mejor de los casos, o atizas a tu esposa o ya no te hablas con el amigo ése de la derecha con el que te fotografiaste completamente ebrio, alguien al otro lado del mundo sin nada mejor que hacer, te mira en tu impudicia y piensa todo esto.
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