Pantalón y chaqueta tipo levita, camisa con plastrón de satén, chaleco de seda y reloj de bolsillo. He aquí, queridos amigos, la descripción de la indumentaria masculina victoriana. ¿Recuerda el lector a Charles Dickens? Su nombre se cuenta entre los de los victorianos más ilustres. (Permítame decirse, sin embargo, que discrepo de los que lo alaban como inigualable talento literario. Me hubiera gustado de Mr. Dickens un poco más de ambigüedad. ¿Tan buenos o tan malos somos los seres humanos, querido Charles?).
Pero me he desviado de mi propósito: que los caballeros tomen este modelo estético para confeccionar su nuevo vestuario. Nunca olvidaré mi visita a su modesta casa victoriana, ni lo encantadoramente acogedor que resultó para mí, apenas una estudiante poco ilustrada e ignorante de su obra por entonces, conocer su biblioteca. Es verdad que Mr. Dickens era dueño de una gran elegancia. Nuestra reina nunca se hubiera dignado, de otro modo, a recibirlo como lo hizo, tan poco antes de su muerte en 1870.
Mr. Dickens, vaya para usted el más sincero homenaje a una vida azarosa. Ojalá muchos de nosotros podamos seguir su prolífico ejemplo.